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Jaron & Any
10 de agosto de 2013

Kinny Capitulo III - Jaron

III 
La huida 


Kinny estaba recostada en su cama completamente vestida, tapada hasta el cuello por si a alguien se le ocurría pasar a verla mientras fingía dormir profundamente. Sus hermanos estaban terminando de cosechar el trigo que luego venderían en los mercados del pueblo. Si bien pertenecían a una familia de armeros, su padre nunca les permitió que desaprovecharan la gran cantidad de tierra con la que contaban en la casa. Por lo que todas las primaveras se sembraban distintos alimentos que luego vendían a los ciudadanos de Nytius y su madre había ido al mercado por un poco de carne seca. Recostada en su cama esperaba a que llegase la noche. La tarde se le paso rápidamente, le dio de comer doble poción de avena a charles, el viaje seria largo y necesitaba al caballo en las mejores condiciones. Y luego impulsada por un fuerte deseo guió sus pasos al arrollo que discurría cerca de las caballerizas. Al encontrarse sola fue desprendiéndose poco  apoco de las prendas de ropa mientras caminaba, dejando un rastro de telas a su paso. El arroyo era tranquilo, poco profundo cerca de la orilla y profundo mientras más te acercabas a la mitad, cerca de él crecían grandes árboles unos encima de otros que proporcionaban una fresca sombra en los días de calor. Se detuvo centímetros antes de tocar la orilla donde las aguas te llamaban a penetrar en su frescura. Cerró los ojos lanzando un profundo suspiro intentando olvidar todas las penas que llenaba su apesadumbrada alma para penetrar limpia en aquel pacifico lugar. Desterró aquellos recuerdos a lo más profundo de su mente y acerco una pierna al agua. Estaba fría, pero reconfortante. Fue avanzando lentamente dejando que la corriente se llevase sus problemas. La arena del fondo se enredaba entre los dedos de sus pies. La piel se le crispaba allí donde el agua aun no la tocaba para luego relajarse cuando quedaba sumergida. Cuando lo  único que quedaba fuera fue su cuello detuvo el avance, el agua se escurría por entre sus brazos y la corriente parecía querer llevársela. Kinny relajo su cuerpo y sumergió la cabeza pidiéndole al espíritu que habitaba aquel río que se llevara sus compromisos y promesas, ninguna voz le dijo nada pero sintió que un poder oculto aceptaba su petición. Cerro fuertemente los ojos e imagino una historia con el agua que circulaba a su alrededor, mientras pensaba agito las manos haciendo ondas y remolinos, las corrientes se entrelazaban con ella, parecía como si quisieran realizar sus deseos, pero algo se lo impedía.
La tarde se la paso sumergida hasta el cuello en las heladas aguas del arroyuelo. Cuando el sol tocaba el horizonte en el crepúsculo de otro día emergió de su palacio acuático tiritando por el frio y se fue vistiendo dejando las ropas totalmente empapadas.
Ahora descansaba boca arriba esperando a que llegase la hora de partir cuando volvía a su cuarto había tomado un mendrugo de pan para cenar  y ahora daba cuenta de él, no se podía privar de una comida aunque no tuviese deseos de comer nada, pero le esperaba un gran viaje y debía de estar lo más fuerte posible para enfrentarse a las adversidades que le tendría deparadas el camino. La carta para su mare descansaba sobre el pequeño velador que tenía junto a la cama, lista para usarse en cuanto la necesitase. La luna poco a poco inicio su recorrido por el cielo estrellado a paso lento, cuando se encontrara en el centro mismo de su camino Kinny emprendería la huida. Le dolía todo lo que dejaría atrás pero era necesario, se repetía incansablemente. Escuchaba la canción que emitían los pequeños animalitos que salían de noche el ulular de un búho la asusto, pero luego se tranquilizó, dentro de la seguridad de su cuarto no sentía miedo. La Diosa luna poco a poco ocupo su lugar en el centro del firmamento y Kinny supo que su momento había llegado. Tomo el mensaje de su madre y como una sombra se escabullo de su pieza y penetro en la habitación donde tranquilamente dormía Ena Gurdmandh. Dejo la carta sobre su mesita de noche y la observo. Dormía apaciblemente con la cabeza ladeada sobre las almohadas. Kinny la cubrió con las mantas y su madre se removió inquieta entre sueños componiendo una triste expresión mientras una solitaria lágrima se derramaba por su mejilla. Kinny se contuvo lo mejor posible y salió corriendo del lugar conteniendo ella misma las lágrimas que amenazaban con desbordarse en cualquier minuto. Se refugió en su cuarto y se calmó respirando hondo varias veces esto está bien, esto está bien, ¡vamos! cálmate, esos desgraciados deben pagar. Se repetía hasta calmarse. Cuando hubo contenido las lágrimas y obedeciendo a un impulso fue hasta su armario y cogió algunas prendas femeninas por si algún día necesitaba presentarse como quien era en realidad, una chica, las envolvió en una gruesa manta y salió con ellas de su hogar llena de dudas. Se convenció a si misma recordando la crueldad con la que habían actuado hudro y bodro al matar a Leonardo y sus fuerzas se vieron renovadas, ella debía realizar aquel viaje, debía encontrarlos y vengarse.
Recorrió por última vez el sendero que la llevaría hasta donde le esperaba Charles contemplando por el camino el lugar que durante los catorce años que duro su vida fue su hogar, despidiéndose de esa parte de su vida que hoy terminaba.
Al llegar al establo noto que entre las sombras se ocultaba una figura que la esperaba, un escalofrió recorrido su espalda al pensar que hudro y bodro habían venido para matarla. La figura avanzo un par de pasos por lo que un rayo de luz de luna le dio en la cara descubriendo a su hermano Fernando que la observaba inquisitivamente con los puños cerrados y un pequeño paquete a sus pies.
-Te estaba esperando- pronuncio con la voz cargada por el enojo- pensabas marcharte y dejarnos a todos atrás, preocupados por ti. No crees- dijo elevando paulatinamente la voz- que ya es suficiente tristeza con la muerte de Papá- está realmente enojado pensó Kinny
- No sería capaz de eso…yo he dejado una carta- Kinny estaba muy nerviosa, si Fernando quería podía impedirle huir y alcanzar sus propósitos
-Ha… una carta claro, la solución a todos nuestros problemas- se mofo de Kinny- y tú piensas realmente que con eso nos quedaremos todos tranquilos- dijo dedicándole una mirada cargada de rabia y angustia.
- Fernando…- Kinny dudaba no podía decirle toda la verdad, ¿o sí?- por favor déjame marchar- decidió recurrir a la lástima, si eso la ayudaba a irse lo haría- por favor Fernando deja que me valla. Debo irme pronto. Se lo prometí a papa- Kinny estaba al borde de  llanto conteniéndose aduras penas- debo cumplir lo que prometí.  
Fernando estaba atónito ante esta revelación con los ojos desmesuradamente abiertos.
-Kinny…porque no me lo dijiste antes- Fernando de inmediato pensó en ser él quien cumpliera la misión encomendada a su hermana y que Kinny se quedara en casa. Si se negaba a hacer eso se impondría e iría con ella. No podía dejarla marchar en solitario - ahora no tenemos el tiempo suficiente como para empacar todo lo que necesitaremos, además- dijo mientras la miraba atentamente- ¿Qué haces vestida con mis ropas?
Kinny estaba perpleja como podía imaginar su hermano que la podía acompañar dejando sola y desprotegida a su madre. Además la misión se la habían encargado a ella no a su hermano ni a ninguna otra persona desconocida. Leonardo le había dicho a ella que recuperase el Orbe.
-Tú no puedes ir Fernando, esta misión me fue encargada a mí, solo a mí-dijo comenzando a irritarse.
-No dejare que te vayas sola, tienes apenas catorce años y el mundo es muy grande, muchos peligros te esperan allá afuera. Definitivamente tú no puedes viajar sola.
-Eso está por verse-le desafío Kinny enojada, acaso su hermano no comprendía la importancia de aquel viaje.
-Te equivocas, aquí nada está por verse. Tú no saldrás de esta casa sola, iras junto a mí. No tienes otra opción. As de acatar lo que te digo y aceptar viajar en mi compañía. Además de esa forma podremos acabar más deprisa con esos dos desgraciados malnacidos.
-Pero Fernando tú no puedes abandonar así como así a mamá-le recordó Kinny.
- Y tú sí, dime- dijo lanzándole una mirada interrogativa.
 -Lo mío es diferente- Fernando estuvo a punto de interrumpir a su hermana, pero se contuvo, quería ver hasta qué punto estaba loca Kinny.-tú eres necesario en la casa igual que Manuel y Lucas, en cambio yo no soy un gran aporte, solo hago algunas tareas del hogar de las que mama se encarga mucho mejor que yo. Ustedes si ayudan, cuidan de los animales, cultivan la tierra y saben algo de herrería. Estas cosas si son necesarias- Kinny puso mucho énfasis en estas palabras para que su hermano comprendiera lo que quería decirle.- además debes de recordar que nuestro padre me enseño muchas formas para protegerme, no me sucederá nada. Y te prometo que cuando tenga acorralados a ese par de asesinos te llamare para que juntos acabemos de una vez por todas con ellos.- le juro a su hermano.
Fernando aun dudaba si dejar ir sola a su hermana, pero era verdad su padre le enseño como defenderse y Kinny era lo suficientemente inteligente como para poder ocultarse en caso de peligro. Fernando miro fijamente a su hermana temeroso de lo que esta podría encontrar en el camino que tomaba.

-Haya afuera es muy peligroso, los caminos están llenos de vagabundos. Saqueadores y otras cosas peores que no quiero ni mencionar. Además piensa, aunque vistas como un muchacho tu cabellera pelirroja es muy difícil de ocultar, te pueden descubrir- Fernando sabia que la batalla con su hermana estaba perdida, pero aun así no se daría por vencido hasta agotar todas sus posibilidades.
- En eso tienes razón- suspiro Kinny- pero ya veré yo como me las arreglo- intento convencerle -¿Fernando dejaras que me marche?
Fernando miro seriamente el rostro de su hermana por unos instantes, dudando, dio un largo suspiro y le respondió.
Kinny, no tengo más opciones o ¿sí?-dijo derrotado agachando la cabeza. Tenía claro que aunque se negara a dejarla marchar ella encontraría una forma de escabullirse y cumplir su cometido-. Pero prométeme… no mejor júrame.- le pidió clavándole la mirada con intensidad-.Que te cuidaras, que volverás sana de donde sea que vallas y también prométeme por lo más sagrado que cuando encuentres a los desgraciados que mataron a nuestro padre me llamaras para que juntos acabemos con esos malnacidos asesinos.
 -Te lo juro hermano.-Dijo Kinny-. Lo juro por la misión que he de cumplir. Cuando los encuentre te llamare, para que acabemos con el acecino de papa juntos, hermano. Cumpliré con esto a cualquier costo pero ellos morirán.- sentencio.
- Ten cuidado con lo que dices Kinny, aun no sabemos lo que tendrás que dar por ellas.-Le aconsejo Fernando.
 - No me importa.-dijo seriamente.- Que sea lo que los dioses quieran.-dijo. Kinny miro seriamente a su hermano, ahora era ella la que necesitaba de un favor-. Fernando, por favor no le digas nada de todo esto a mama, no la quiero preocupar, no quiero que intente buscarme es mejor para ella que no sepa porque me voy-pidió con lagrimas en los ojos.
Fernando lo pensó unos minutos mirando el rostro suplicante de su hermana menor.
-Te lo prometo.- suspiro resignado.- pero mama te va a odiar y sufrirá con tu partida.
- No quiero que me odie, Fernando.- sollozo.- pero prefiero que me desprecie creyendo que me marcho por un capricho. Es mejor para ella de esa forma. No quiero que sepa dónde voy en realidad. O lo que me dispongo a hacer. No quiero que cada vez que piense en mi crea que soy una acecina aunque sea por una causa justa, como eliminar a los asesinos de papá. Murmuro acongojada.
Fernando observo como Kinny intentaba contener las lágrimas que acudían a sus ojos. Camino enérgicamente hacia ella y la estrecho en un fuerte abrazo. Cada cual pensaba en lo que le depararía al otro el destino que en esos momentos escogía. Luego de un rato se separaron, enjuagaron las lágrimas que corrían por sus mejillas y se miraron en silencio.
-Te echare mucho de menos hermano.-se despidió Kinny.
-Espera-la interrumpió cuando se le daba la espalda para marcharse.- te he traído esto.-dijo entregándole una pesada bolsita de cuero que estaba amarrada firmemente en un extremo. Kinny la recibió y miro extrañada a su hermano.- es dinero- le dijo.- Sabia que planeabas algo, así que me adelante a los hechos y desenterré todos mis ahorros, también le pedí dinero a Lucas y a Manuel. No podía dejar que mi hermanita pequeña partiera al o desconocido sin dinero en su bolsa. Eso pesaría en mi conciencia por el resto de mis días- Fernando intento dedicarle una cálida sonrisa, pero esta de que do atascada por el camino.
-Fernando…-murmuro Kinny emocionada, se dio rápidamente la vuelta y abrazo fuertemente a su hermano por última vez. Lo soltó y corrió hasta su caballo. Si no se marchaba en ese momento no podría hacerlo después. Monto a charles velozmente y emprendió la marcha. Miro a lo lejos su hogar y la figura que la despedía con un brazo en alto-. Adiós hermano.- le grito.- cuídate y cuida a los demás. Te juro no olvidar mi promesa.- grito la joven desde su corazón para luego volverse de frente hacia el camino y lo desconocido.                
   
   
                                                    *
Cabalgo hasta el amanecer, sin descansar. Tenía el corazón oprimido por la pena de dejar todo lo que conocía atrás, el golpeteo rítmico de los cascos de charles sobre el duro suelo y  la sensación de la brisa fresca contra su rostro agitando sus largos cabellos tras ella  aliviaba un poco ese sentimiento. Intentaba concentrarse en los ruidos de los animalillos al despertarse en la mañana, el alegre trinar de las aves al recibir el nuevo día. Su curiosa nariz detectaba la fragancia de el roció sobre los capullos de las lilas y margaritas que crecían en su forma salvaje en el bosque. Medio dormida imaginaba las correrías de las ninfas y náyades que habitaban en el bosque. Las veía guiando a charles entre los senderos para que no tomaran un camino equivocado, protegiéndola de los malos espíritus.
Kinny suspiro volviendo a la realidad de existir aquellos seres mágicos que cuidaban los pasos de los mortales todos, pero absolutamente todos debían de estar demasiado ocupados para que le prodigaran atenciones especiales a su pequeña e insignificante vida porque si hubieran estado atentas ella no estaría metida en la misión que le había encargado su padre la que no tenía ni idea de cómo lograría salir de ese tremendo embrollo en el que la habían dejado atrapada. Seguramente un ogro feo se debía de haber raptado a la ninfa que, en la tierra, velaba por sus pasos, pensó enfurruñada.
Siguió cabalgando largo rato sin pensar en nada claramente, la mente perdida en las musarañas. Hasta que un poco más allá diviso, en un recodo del camino, un estrecho arrollo de aguas cristalinas. Guió a charles en esa dirección, quería beber un poco de agua y descansar un poco. Tenía las piernas entumidas de tanto cabalgar por la falta de práctica y charles podría pastar un rato mientras ella preparaba el desayuno.
Desmonto de un salto y descargo las alforjas del animal para que tuviera mayor movilidad. Acaricio largo rato a su único compañero de viaje sintiendo un profundo sentimiento de amor hacia su compañero animal
-No sé qué haría sin ti amigo- le dijo y acaricio sus crines de color marrón, el animal por toda respuesta dio un largo relincho y agacho la cabeza para mordisquear la hierba tierna que crecía a ras de suelo.
Dejo sus cosas junto a un abeto de elevada estatura y se encamino hasta la orilla del riachuelo. Su boca reseca le pedía a gritos un trago de sabrosa agua fresca. Sumergió la cabeza en el agua y bebió hasta que sintió que iba a explotarle el estomago. Disfruto de la refrescante sensación del agua pasando por su maltratada garganta, del fresco rose de las ondas contra sus parpados cerrados bajo la superficie y cuando hubo sacado la cabeza del agua sintió la  sensación de la brisa fresca contra la piel húmeda de su rostro.
Se quedo observando las ondas que se formaban contra la superficie hasta que estas desaparecieron y solo quedo su propio rostro que la observaba atentamente desde el agua, los largos mechones de su cabellera pelirroja caían sobre la superficie y la débil corriente los impulsaba lejos de ella. Que ella recordase nunca se había cortado el cabello, adoraba aquel pelo rojo y llameante un tono más claro que el de su Padre, pero debía de viajar oculta y ese pelo largo y rojo era demasiado llamativo para alguien que quería pasar desapercibida entre la muchedumbre.
No le gustaba lo que iba a hacer, pero no le quedaba otra opción. Rebusco entre las alforjas hasta que dio con un objeto pequeño y frió, lo saco y examino. Esa navaja había sido de su padre y ella la había “pedido prestada” sin preguntárselo a nadie. Sonrió al pensar lo furiosa que se pondría su madre cuando descubriera que faltaba la navaja favorita de Leonardo. La abrió y contemplo el filo, Kinny recordaba que su padre siempre mantenía bien afilados todos sus utensilios, y aquella navaja de afeitar la había afilado el día de su muerte por la mañana. Se le derramaron unas involuntarias lágrimas cálmate Kinny se dijo a si misma déjate de una buena vez por todas de llorar cada cinco minutos y  concéntrate se riño y con el puño de la camisa se restregó las lagrimas. Cogió la navaja firmemente con la mano izquierda, con la otra mano agarro un mechón de largo pelo rojo y con la mayor decisión del mudo lo corto de un solo tirón al nivel de la barbilla, luego tomo otro y aplico el mismo proceso. Cuando hubo acabado vio como todo a su alrededor tenia uno o dos mechones de su cabello, se levanto de donde había estado sentada y recogió su cabello formo un pequeño montón y lo lanzo la las aguas. Miro abatida como se alejaban de ella corriente abajo sabia que ese pequeño gesto significaba más de lo que parecía eso le demostraba que ella se alejaba de todo lo que conocía para enfrentarse a lo desconocido dejando atrás a sus seres queridos.
A lo lejos Kinny escucho un sonoro grito de pánico que le heló la sangre, una brisa fría la hizo estremecerse ¿Qué peligros encierra el bosque de noche?  Se pregunto y volvió a estremecerse, pero esta vez por miedo a lo desconocido.

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